miércoles, 30 de diciembre de 2009

Meditación en torno a la Sagrada Familia en el misal de Buena Prensa de diciembre de 2009


La Sagrada Familia

Lucas 2,41-52

Buscar y encontrar a Jesús "Buscar" equivale a indagar, escudriñar, preguntar por algo o por alguien. Evidentemente; el que busca de verdad encuentra. Pero hay personas que no buscan nada,. porque tienen de todo, porque son perezosas, porque no tienen esperanza o porque están de vuelta de todo. Naturalmente, hay que saber buscar y disponerse a conseguir lo que Dios nos sale al paso y debe ser buscado.

A veces desaparece e nuestro entorno, y lo perdemos de vista. Pero, cuando lo buscamos con sincero corazón, lo encontramos.

No es fácil entender los planes de Dios. Ni siquiera María lo "entendió" todo. Pero hay tres exigencias fundamentales para entrar en comunión con Dios:

a) Buscarlo (José y María "se pusieron a buscarlo");
b) creer en Él (María es "la que ha creído"); y
c) y meditar la palabra del Señor (María, "conservaba en su corazón todas aquellas cosas").

En este domingo, en que celebramos la fiesta de la Sagrada Familia, sería bueno preguntarnos: ¿Dónde estamos buscando a Jesús? ¿Dónde lo hemos encontrado? ¿Qué tanto tiempo dedicamos a conversar con los hijos sobre estas búsquedas? ¿Qué tanto tiempo dedicamos como hijos a compartir con nuestros padres los encuentros y desencuentros de nuestra vida?

José y María, que han experimentado lo que es ser padres, que han sentido angustia, que se han quedado atónitos por el comportamiento de Jesús; nos pueden ayudar en estas búsquedas. Jesús, como hijo, nos puede ayudar a descubrir que es aquello que Dios quiere de nosotros en relación con la familia, la vocación, la vida toda.

27 de diciembre de 2009

Tomado de:

Misal Mensual de Letra Grande de Buena Prensa. Año 6, n. 68, p. 94.

martes, 29 de diciembre de 2009

¿Jesús no es de José?


Jesús es de José

El Encuentro Europeo de las Familias celebrado en la Plaza Colón de Madrid, el 27 de diciembre de 2009, fue sin duda un evento hermoso para presentar a las familias cristianas europeas al prototipo de las familias: la Sagrada Familia de Jesús, María y José. Y creo que el Cardenal Rouco Varela tiene frases hermosas respecto a la Sagrada Familia tales como:

“El modelo insuperable y decisivo para poder vivir en plenitud la riqueza de la gracia del matrimonio cristiano en el día a día del crecer y del quehacer de la propia familia”.

“La familia cristiana sabe, además, que en Jesús, María y José, encuentra el apoyo sobrenatural necesario que le ha sido preparado amorosamente por Dios para que no desfallezca en la realización de su hermosa vocación”.

“Con la Sagrada Familia, formada por Jesús, María y José, se inicia el capítulo de la nueva y definitiva historia de la familia: el de la familia, que, fundada por el Creador en el verdadero matrimonio entre el varón y la mujer, va a quedar liberada de la esclavitud del pecado y transformada por la gracia del Redentor”.

“Miraos a vosotras mismas como esposas y esposos, padres e hijos, en el límpido espejo de ese prototipo de la nueva familia querida y dispuesta por Dios en su plan de salvación del hombre, que es la familia de Jesús, María y José”.

Estas frases, junto a otros pensamientos, llevaron a los fieles a meditar en esta familia santa y a dar fortaleza a la institución familiar.

Lo que creo que no es exacto, respecto a un miembro de la Sagrada Familia, San José, es lo que en esta fiesta de las familias declaró el Cardenal de Madrid:

“José acepta acoger a María en su casa como esposa, castamente, sabiendo que el Hijo que lleva en sus entrañas no es suyo, ¡es de Dios!”

No pretendo decir que José haya generado a Jesús, más bien lo que pretendo señalar es, que Jesús, el hijo que María lleva en sus entrañas, sí es de José. Porque es él quien le da el nombre al hijo de Dios (Mateo 1, 21) confiriéndole, con este gesto, la misión paterna respecto a Jesucristo no sólo en el plano legal de la ley judía sino en el plano vocacional de su misma existencia. María misma reconocerá esta “propiedad paterna” en el Evangelio de San Lucas (Lucas 2, 48).
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Quizás la frase del Cardenal Rouco sólo sea equivoca; sin embargo creo que es necesario aclarar que: ¡Jesús es de Dios! ¡Pero también es de José! porque el mismo Creador le da este encargo paterno a través del anuncio angélico. Qué José no sea el progenitor de Jesús ¡Está claro por el Evangelio! (Mateo 1, 16. 18; Lucas 1, 26-38). Pero que Jesús es hijo de José también está patente por la misma Buena Nueva de Dios (Mateo 1, 21. 25; Lucas 2, 48; Lucas 4, 22, Juan 1, 45).
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P. Óscar Alejandro Hernández Zavala, m. j.

lunes, 28 de diciembre de 2009

Nuevo archivo de audio relativo a la Sagrada Familia en el Podcast IPH


Audio en traducción simultanea del Angelus pronunciado en la fiesta de la Sagrada Familia

Ya puedes escuchar en el IPH Podcast la traducción simultanea del Angelus pronunciado por Benedicto XVI en la Plaza de San Pedro en la Fiesta de la Sagrada Familia (27 de diciembre de 2009).

Sólo visita la siguiente dirección:


O bien encuéntralo al final de este diario digital de Actualidades Josefinas.

domingo, 27 de diciembre de 2009

José y María han dado a Jesús un testimonio fiel de amor


Angelus del Papa Benedicto XVI pronunciado en Fiesta de la Sagrada Familia de Nazaret

¡Queridos hermanos y hermanas!

Se celebra hoy el Domingo de la Sagrada Familia. Podemos aún identificarnos con los pastores de Belén que apenas recibido el anuncio del ángel, fueron de prisa a la gruta y encontraron a “María y a José y al niño acostado en el pesebre” (Lucas 2, 16). Detengámonos también nosotros para contemplar esta escena, y reflexionemos sobre su significado. Los primeros testigos del nacimiento de Cristo, los pastores, se encontraron de frente no sólo con el Niño Jesús, sino con una pequeña familia: Mamá, papá e hijo recién nacido. Dios ha querido revelarse naciendo en una familia humana, y por esto ¡La familia humana se convierte en una imagen de Dios! Dios es Trinidad, y comunión de amor, y la familia es, con toda la diferencia existente entre el Misterio de Dios y su creatura humana, una expresión que refleja el Misterio insondable de Dios amor. El hombre y la mujer, creados a imagen de Dios, se convierten en el matrimonio en “una sola carne" (Génesis 2, 24), es decir en una comunión de amor que genera una nueva vida. La familia humana, en cierto sentido, es imagen de la Trinidad por el amor interpersonal y por la fecundidad del amor.

La liturgia de hoy propone el célebre episodio evangélico de Jesús a los doce años que se queda en el Templo, en Jerusalén, sin que sus padres lo supieran, los que asombrados y preocupados, lo encuentran después de tres días mientras discute con los doctores. A la madre que le pide explicación, Jesús contesta que tiene que "estar en la propiedad”, en la casa de su Padre, es decir de Dios, (cfr. Lucas 2,49). En este episodio el joven Jesús aparece lleno de celo por Dios y por el Templo. Preguntémonos: ¿De quien aprendió Jesús el amor por las "cosas" de su el Padre? Ciertamente como hijo tuvo un conocimiento íntimo de su Padre, de Dios una profunda relación personal permanente con Él, pero, en su cultura concreta, ciertamente ha aprendido las oraciones, el amor hacia el Templo y las Instituciones de Israel de sus padres.

Por tanto, podemos afirmar que la decisión de Jesús de quedarse en el Templo fue sobre todo fruto de su íntima relación con el Padre, pero también fruto de la educación recibida de María y de José. Aquí podemos entrever el sentido auténtico de la educación cristiana: ésta es, siempre, el fruto de una colaboración de búsqueda entre los educadores y Dios. La familia cristiana es consciente que los hijos son regalo y proyecto de Dios. Por tanto, no se les puede considerar como posesión propia, sino, sirviendo en ellos al designio de Dios, es una llamada a educarlos en la libertad más grande, que es, justamente, aquella de decir "sí" a Dios para hacer su voluntad. De este "sí" la Virgen María es el ejemplo perfecto. A ella confiamos todas las familias, rogando en particular por su preciosa misión educativa.

Y ahora me dirijo, en lengua española, a cuánto toman parte en la fiesta de la Sagrada Familia de Madrid.

Saludo cordialmente a los pastores y fieles congregados en Madrid para celebrar con gozo la Sagrada Familia de Nazaret. ¿Cómo no recordar el verdadero significado de esta fiesta? Dios, habiendo venido al mundo en el seno de una familia, manifiesta que esta institución es camino seguro para encontrarlo y conocerlo, así como un llamamiento permanente a trabajar por la unidad de todos en torno al amor. De ahí que uno de los mayores servicios que los cristianos podemos prestar a nuestros semejantes es ofrecerles nuestro testimonio sereno y firme de la familia fundada en el matrimonio entre un hombre y una mujer, salvaguardándola y promoviéndola, pues ella es de suma importancia para el presente y el futuro de la humanidad. En efecto, la familia es la mejor escuela donde se aprende a vivir aquellos valores que dignifican a la persona y hacen grandes a los pueblos. También en ella se comparten las penas y las alegrías, sintiéndose todos arropados por el cariño que reina en casa por el mero hecho de ser miembros de la misma familia. Pido a Dios que en vuestros hogares se respire siempre ese amor de total entrega y fidelidad que Jesús trajo al mundo con su nacimiento, alimentándolo y fortaleciéndolo con la oración cotidiana, la práctica constante de las virtudes, la recíproca comprensión y el respeto mutuo. Os animo, pues, a que, confiando en la materna intercesión de María Santísima, Reina de las Familias, y en la poderosa protección de San José, su esposo, os dediquéis sin descanso a esta hermosa misión que el Señor ha puesto en vuestras manos. Contad además con mi cercanía y afecto, y os ruego que llevéis un saludo muy especial del Papa a vuestros seres queridos más necesitados o que se encuentran en dificultad. Os bendigo a todos de corazón.

Después del Ángelus

Queridos peregrinos de habla francesa, en esta fiesta de la Sagrada Familia de Jesús, María y José, estoy feliz de saludar a todas sus familias y mi oración llega particularmente a aquellas que viven las dificultades. Con ustedes doy gracias a Dios por la Sagrada Familia de Nazaret: María y José no sólo le han dado al Niño Jesús el pan de la tierra; ellos le han dado un auténtico testimonio de fe y de amor. ¡Que su ejemplo guie a todas las familia y sea para ellas una fuente inagotable de alegría y felicidad! ¡Deseo a todos un fin de año tranquilo!

Estoy feliz de saludar a todos los visitantes de habla inglesa presentes en esta oración del Angelus. Hoy celebramos con gozo la fiesta de la Sagrada Familia, quien comparte con nosotros esta fundamental experiencia humana. Pido al Señor que bendiga a todas las familias cristianas y las asista en su vivencia diaria en mutuo amor y generosidad hacia los otros a ejemplo de Jesús, María y José. Quiera, Dios todopoderoso continuar bendiciendo a todos ustedes con paz y alegría durante la temporada navideña.

In weihnachtlicher Freude heiße ich alle deutschsprachigen Pilger und Besucher willkommen. Am heutigen Sonntag feiern wir das Fest der Heiligen Familie. Wir blicken dabei auf die Familie von Nazaret, die wie alle Familien Sorgen und Nöte erlebt. Maria und Josef, so berichtet das Evangelium, verstehen zunächst nicht, warum ihr Sohn nicht mit ihnen gegangen, sondern im Tempel zurückgeblieben ist. Doch die Worte Jesu, daß er „im Hause seines Vaters sein muß“ (Lk 2, 49), lassen sie und uns erkennen, daß die lebendige Beziehung zu Gott auch die Liebe untereinander stärkt. Euch und euren Familien wünsche ich eine frohe Weihnachtszeit.

Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española que participan en esta oración mariana. En este domingo de la Sagrada Familia, invito a todos a poner los ojos en el hogar de Nazaret, escuela incomparable de virtudes humanas y cristianas, para aprender de Jesús, José y María a vivirlas personalmente y dar ejemplo de ellas ante los que os rodean con humildad y convicción. De nuevo os deseo que, en estas fiestas de Navidad, la alegría del Señor Jesús, nacido en Belén, sea vuestra fortaleza. En su Nombre os bendigo con gran afecto.

Doy un cordial saludo a los polacos. Hoy es el domingo de la Sagrada Familia. El amor que ha unido a María y José, y ha envuelto al Niño Jesús, una a todas las familias cristianas. Nazca de esto el recíproco respeto entre los esposos, el cuidado por cada nueva vida y por el feliz desarrollo de las generaciones futuras. Confío a todas las familias polacas al cuidado de María y de José, e imploro para ellas la bendición divina.

Saludo a los peregrinos de lengua italiana, en particular al grupo de fieles que vienen de Atri. En este domingo de la Sagrada Familia dirijo un caluroso saludo a todas las familias de Roma y de Italia, con una oración especial por aquellas que atraviesan por mayores dificultades. ¡El Señor los bendiga! ¡Felicidades a todos!
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Benedicto XVI
Plaza de San Pedro
Domingo, 27 dicembre de 2009

Tomado de:

Traducción del italiano, francés e inglés:

P. Óscar Alejandro, m. j.

sábado, 26 de diciembre de 2009

Cardenales y Obispos adherentes al Encuentro Europeo de las Familias (27dic2009)

Encuentro Europeo de las familias




Cardenales y Obispos de Europa que se han adherido al Encuentro por la Familia el día de la Sagrada Familia en Madrid el 27 Diciembre 2009

FRANCIA

Cardenal Barbarin, Philippe , Arzobispo de Lyon.
Mons. Cattenoz, Jean-Pierre, Arzobispo de Aviñon
Mons. Aillet, Marc, Obispo de Bayona.

ALEMANIA

Cardenal Sterzinsky, Georg, Arzobispo de Berlín.

HOLANDA

Mons. Wiertz, Frans, Obispo de Roermond,Vicepresidente de la Conferencia Episcopal Holandesa.

ITALIA

Cardenal Vallini, Agostino,Vicario General de Roma.
Cardenal Antonelli, Ennio, Presidente del Pontificio Consejo para la Familia.
Cardenal Ryłko, Stanisław, Presidente del Pontificio Consejo para los Laicos.
Cardenal Cordes, Paul Josef, Presidente del Pontificio Consejo “Cor Unum”.
Mons. Chiaretti, Giuseppe, Obispo emerito de Perugia Città della Pieve

POLONIA

Mons. Michalik, Józef, Arzobispo de Przemyśl,Presidente de la Conferencia Episcopal Polaca.

AUSTRIA

Mons. Küng, Klaus, Obispo de Sankt Pölten (Austria),encargado por la Conferencia Episcopal para la Familia.
Mons. Fischer, Elmar, Obispo de FeldKirch.

PORTUGAL

Mons. Manuel Clemente, Obispo de Oporto.

Tomado de:

http://www.porlafamiliacristiana.com/?p=1780

viernes, 25 de diciembre de 2009

Video: San José, una historia de amor


Un canto dedicado a San José desde El Salvador

Te presento el video de Samia Bandak, cantautora salvadoreña titulado: San José, una historia de amor. Este video fue dirigido por Nelson Roberto y fue producido por Lumen, El Salvador. El tema aparece en la producción: Nueva Criatura una producción que cuenta con 15 temas.

Este hermoso video lo puedes ver en la siguiente dirección:


O bien puede encontrarlo en este blog de Actualidades Josefinas al final de las entradas de todos los días.
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Si quieres conocer algo más de Samia Bandak te invito a que visites la siguiente dirección:
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martes, 22 de diciembre de 2009

Editorial del Calendario Josefino 2010, en el centenario de la Pascua de un gran apóstol de San José


(Siervo de Dios, padre José María Vilaseca, Fundador de la Familia Josefina)

Editorial

La Familia Josefina celebra el Jubileo 2010: !Vilaseca vive! con motivo del primer centenario de la muerte de su Fundador, el Siervo de Dios, padre José María Vilaseca (1910).

Vilaseca, discípulo de Jesús, nació el 19 de enero de 1831 en Igualada, Barcelona, España. De joven siente la llamada de Dios a la vocación sacerdotal y comienza su preparación en el Seminario de Barcelona. Allí escucha la invitación a hacerse misionero en América. Luego de orar, reflexionar y consultar emprende la travesía a México, donde ingresa a la Congregación de San Vicente de Paúl. Se ordena sacerdote en 1856.

Vilaseca, misionero de Jesús, sigue los pasos del Maestro y recorre los caminos y los pueblos en varios estados de la República Mexicana, dando misiones y ejercicios espirituales. Esta experiencia misionera le permite palpar la realidad que se vivía en ese entonces: analfabetismo, falta de centros de salud, abandono de la niñez y de la juventud, falta de sacerdotes, muchas parroquias abandonadas o mal atendidas, ignorancia religiosa, pobreza y marginación de los indígenas, etc.

Vilaseca, apóstol de San José, siente el impulso del Espíritu Santo para dar a conocer a San José por todos los medios posibles y dar respuestas concretas e innovadoras a las necesidades a las que se ha hecho sensible. De aquí nacen las obras de san José:

La imprenta religiosa: edita y distribuye libros que contribuyan a la evangelización.
El Propagador de la devoción al Señor San José y El Sacerdocio católico, revistas para
dar a conocer a San José y el sacerdocio.
La Asociación de San José: organiza a los laicos para promover y sostener las vocaciones sacerdotales, religiosas y misioneras así como la educación.
Las Hermanas Josefinas y los Misioneros Josefinos que se ocuparán de las misiones entre los indígenas, la educación de la niñez y de la juventud así como la atención de los enfermos y de los desamparados.

Vilaseca, hombre de principios, que vive y los deja como herencia: "Estar siempre útilmente ocupado", "Hacer siempre y en todo lo mejor" y "Adelante, siempre adelante, pues lo quiere San José".

Vilaseca, siervo bueno y fiel, culmina su vida en este mundo el 3 de abril de 1910, y, acompañado de Jesús, María y José, parte a la casa del Padre.

Vilaseca, modelo de vida cristiana, es un hombre que ha trascendido tiempos y fronteras, por eso podemos afirmar que Vilaseca vive en cada miembro de la Familia Josefina, la cual tiene como tarea orar y trabajar por su beatificación.
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Tomado de:
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El Propagador de la devoción al señor San José, año CXXXVIII, n. 10, Noviembre/Diciembre, 2009.

lunes, 21 de diciembre de 2009

San José compañero del sínodo de África


Discurso del Santo Padre, Benedicto XVI a los miembros de la Curia Romana y de la Gobernación de la Ciudad del Vaticano

Señores cardenales,
venerados hermanos en el episcopado y en el presbiterado,
queridos hermanos y hermanas:

La solemnidad de la santa Navidad, como acaba de señalar el cardenal decano Angelo Sodano, es, para los cristianos, una ocasión muy especial de encuentro y de comunión. Ese Niño que adoramos en Belén, nos invita a sentir el inmenso amor de Dios, ese Dios que bajó del cielo y que se nos ha hecho cercano a cada uno de nosotros para hacernos sus hijos, parte de su propia Familia. También esta tradicional cita de Navidad del sucesor de Pedro con sus más estrechos colaboradores es una reunión de familia, que fortalece los vínculos de afecto y de comunión, para formar cada vez más ese "Cenáculo permanente", consagrado a la difusión del reino de Dios, recordado hace un momento. Doy las gracias al cardenal decano por las cordiales palabras con las que se ha hecho intérprete de los sentimientos de buena voluntad del Colegio cardenalicio, de los miembros de la Curia Romana y de la Gobernación, como también de todos los representantes pontificios que están profundamente unidos con nosotros en llevar a los hombres de nuestro tiempo esa luz que nació en el pesebre de Belén. Al darles la bienvenida con gran alegría, deseo también expresar mi gratitud a todos por el servicio generoso y competente que prestan al Vicario de Cristo y la Iglesia.

Otro año lleno de acontecimientos importantes para la Iglesia y para el mundo está llegando a su fin. Con una mirada retrospectiva llena de gratitud sólo quisiera en este momento llamar la atención sobre algunos puntos clave para la vida eclesial. Del Año Paulino hemos pasado al Año Sacerdotal. De la imponente figura del apóstol de los gentiles que, impresionado por la luz de Cristo resucitado y por su llamada, llevó el Evangelio a los pueblos del mundo, hemos pasado la figura humilde del cura de Ars, que durante toda su vida se mantuvo en el pequeño pueblo que se le había confiado y que, sin embargo, precisamente en la humildad de su servicio hizo ampliamente visible en el mundo la bondad reconciliadora de Dios. A partir de ambas figuras se manifiesta el amplio alcance del ministerio sacerdotal y se hace evidente cómo es grande precisamente lo que es pequeño y cómo, a través del servicio aparentemente pequeño de un hombre, Dios puede hacer cosas grandes, purificar y renovar el mundo desde dentro.

Para la Iglesia y para mí personalmente, el año que está terminando ha estado en gran parte bajo el signo de África. Primero fue el viaje a Camerún y Angola. Fue conmovedor para mí experimentar la gran cordialidad con la que el sucesor de Pedro, el Vicarius Christi, era acogido. La alegría festiva y afecto cordial, que me salían al encuentro en todas las calles, no se referían, simplemente, a un huésped causal cualquiera. En el encuentro con el Papa se hacía experimentable la Iglesia universal, la comunidad que abraza al mundo y es reunida por Dios mediante Cristo, comunidad que no se funda en intereses humanos, sino que se nos ofrece desde la atención amorosa de Dios por nosotros. Todos juntos somos la familia de Dios, hermanos y hermanas en virtud de un único Padre: ésta fue la experiencia vivida. Y se experimentaba que la atención amorosa de Dios en Cristo para nosotros no es algo del pasado o teorías eruditas, sino una realidad muy concreta, aquí y ahora. Precisamente Él está entre nosotros: esto lo hemos percibido a través del ministerio del Sucesor de Pedro. Así nos elevábamos por encima de la simple cotidianeidad. El cielo estaba abierto, y esto es lo que hace de un día una fiesta. Es a la vez algo duradero. Sigue siendo cierto, incluso en la vida cotidiana, que el cielo ya no está cerrado, que Dios está cerca; que en Cristo todos nos pertenecemos unos a otros.

De modo particularmente profundo ha quedado impreso en mi memoria el recuerdo de las celebraciones litúrgicas. Las celebraciones de la Eucaristía eran verdaderas fiestas de la fe. Quisiera mencionar dos elementos que me parecen particularmente importantes. Había ante todo una gran alegría compartida, que se expresa también a través del cuerpo, pero de una forma disciplinada y orientada por la presencia del Dios vivo. Con esto ya se indica el segundo elemento: el sentido de la sacralidad, del misterio presente del Dios viviente, plasmaba, por así decirlo, cada gesto individual. El Señor está presente, el Creador, Aquel a quien todo pertenece, del que procedemos y hacia el que estamos en camino. Espontáneamente me venían a la mente las palabras de san Cipriano, que en su comentario al Padrenuestro escribe: "Recordemos que estamos bajo la mirada de Dios. Debemos agradar a los ojos de Dios, tanto con la actitud de nuestro cuerpo como con el uso de nuestra voz" (De dom. or. 4. CSEL III 1 p 269). Sí, esta conciencia estaba allí presente: estamos en presencia de Dios. De esto no se deriva miedo o inhibición, ni tampoco una obediencia exterior a las normas, y menos aún un deseo de aparecer ante los otros, o gritar de modo indisciplinado. Se dio más bien lo que los Padres llamaban "sobria ebrietas": estar llenos de una alegría que sin embargo permanece sobria y ordenada, que une a las personas desde el interior, llevándolas a la alabanza comunitaria de Dios, una alabanza que al mismo tiempo suscita el amor al prójimo, la responsabilidad mutua.

Naturalmente, formaba parte del viaje a África sobre todo el encuentro con los hermanos en el ministerio episcopal y la inauguración del Sínodo de África mediante la entrega del Instrumentum laboris. Esto tuvo lugar en el contexto de un coloquio por la noche en la fiesta de San José, un diálogo en el que los representantes de cada episcopado expusieron de forma conmovedora sus esperanzas y sus preocupaciones. Yo creo que el buen amo de la casa, San José, que personalmente conoce bien lo que significa reflexionar, en una actitud de solicitud y esperanza, sobre los caminos futuro de la familia, nos escuchó con amor y nos ha acompañado incluso durante el mismo Sínodo. Echemos un rápido vistazo al Sínodo. Con ocasión de mi visita a África se puso de manifiesto ante todo la fuerza teológica y pastoral del Primado Pontificio, como un punto de convergencia para la unidad de la Familia de Dios. Allí, en el Sínodo, surgió aún más fuertemente la importancia de la colegialidad, de la unidad de los obispos, que reciben su ministerio precisamente por el hecho de que entran en la comunidad de los sucesores de los apóstoles: cada uno es obispo, sucesor de los apóstoles en la medida en que participa de la comunidad de aquellos en los cuales continúa el Collegium Apostolorum en la unidad con Pedro y con su sucesor. Al igual que en la liturgia en África y, después, de nuevo, en San Pedro en Roma, la renovación litúrgica del Concilio Vaticano II ha tomado forma de manera ejemplar, así en la comunión del Sínodo se ha vivido de modo práctico la eclesiología del Concilio. Eran también conmovedores los testimonios que pudimos escuchar de los fieles procedentes de África, testimonios de sufrimiento y de reconciliación concretos en las tragedias de la historia reciente del Continente.

El Sínodo se había propuesto el tema: La Iglesia en África al servicio de la reconciliación, de la justicia y de la paz. Este es un tema teológico y sobre todo pastoral, de una actualidad acuciante, pero también podría ser malinterpretado como un tema político. La tarea de los obispos era transformar la teología en pastoral, es decir, en un ministerio pastoral muy concreto, en el que las grandes visiones de la Sagrada Escritura y de la Tradición se aplicasen a la labor de los obispos y de los sacerdotes en un tiempo y en un lugar determinados. Pero en esto no se debía ceder a la tentación de tomar personalmente parte en la política y de convertir a los pastores en líderes políticos. De hecho, la cuestión muy concreta frente a la cual los pastores se encontraban continuamente es precisamente esta: ¿cómo podemos ser realistas y prácticos, sin arrogarnos una competencia política que no nos corresponde? Podríamos también decir: se trataba del problema de una laicidad positiva, practicada e interpretada de modo justo. Este es también un tema principal de la encíclica, publicada el día de los santos Pedro y Pablo, "Caritas in veritate", que de este modo ha recogido y desarrollado posteriormente la cuestión sobre la colocación teológica y concreta de la Doctrina Social de la Iglesia.

¿Consiguieron los Padres sinodales encontrar el camino más bien estrecho entre una simple teoría teológica y la acción política inmediata, el camino del "pastor"? En mi breve discurso en la conclusión del Sínodo contesté afirmativamente, de modo consciente y explícito, a esta pregunta. Naturalmente, en la elaboración del documento postsinodal, deberemos tener cuidado por mantener ese equilibrio y ofrecer así esa contribución para la Iglesia y la sociedad en África, que ha sido confiada a la Iglesia en virtud de su misión. Quisiera tratar de explicar esto brevemente a propósito de un solo punto. Como ya se ha dicho, el tema del Sínodo designa tres palabras fundamentales de la responsabilidad teológica y social: reconciliación - justicia - paz. Se podría decir que la reconciliación y la justicia son los dos presupuestos esenciales de la paz y que por tanto, en cierta medida, definen también su naturaleza. Limitémonos a la palabra "reconciliación". Una mirada sobre los sufrimientos y las penas de la historia reciente de África, pero también en muchas otras partes de la tierra, muestra que los conflictos no resueltos y profundamente arraigados pueden llevar dar lugar, en ciertas situaciones, a explosiones de violencia en las que el sentido de la humanidad parece haberse perdido. La paz sólo puede lograrse si se llega a una reconciliación interior. Podemos considerar como ejemplo positivo de un proceso de reconciliación que está alcanzando su logro la historia de Europa tras la Segunda Guerra Mundial. El hecho de que desde 1945 en Europa occidental y central ya no haya habido guerras se funda seguramente de un modo determinante en estructuras políticas y económicas inteligentes y éticamente orientadas, pero éstas pudieron desarrollarse sólo porque existían procesos internos de reconciliación, que han hecho posible una convivencia nueva. Toda sociedad necesita reconciliación para que pueda existir la paz. Las reconciliaciones son necesarias para una buena política, pero no se pueden lograr únicamente con ella. Son procesos pre-políticos y deben surgir de otras fuentes.

El Sínodo trató de examinar profundamente el concepto de reconciliación como una tarea para la Iglesia de hoy, llamando la atención sobre sus distintas dimensiones. La llamada que san Pablo dirigió a los Corintios posee hoy precisamente una nueva actualidad. "Somos, pues, embajadores de Cristo, como si Dios exhortara por medio de nosotros. En nombre de Cristo les suplicamos: ¡reconcilience con Dios!" (2 Corintios 5, 20). Si el hombre no se ha reconciliado con Dios, está en discordia también con la creación. No está reconciliado consigo mismo, quisiera ser otro distinto del que es y por lo tanto tampoco estaría reconciliado con el prójimo. También forman parte de la reconciliación la capacidad de reconocer la culpa y de pedir perdón: a Dios y al otro. Y, por último pertenece al proceso de reconciliación la disponibilidad a la penitencia, la disponibilidad a sufrir hasta el fondo por una culpa y a dejarse transformar. Y forma parte de ese proceso la gratuidad, de la que la encíclica "Caritas in veritate" habla repetidamente: la disponibilidad a ir más allá de lo necesario, a no pedir cuentas, sino a ir más allá de lo que exigen las simples condiciones jurídicas. Forma parte esa generosidad de la que Dios mismo nos dio ejemplo. Pensemos en las palabras de Jesús: "Si traes tu ofrenda al altar y allí te acuerdas que tu hermano tiene algo contra ti, deja allí tu ofrenda delante del altar, vete primero a reconciliarte con tu hermano, y entonces ven y presenta tu ofrenda "(Mateo 5, 23s.).

Dios, que sabía que no estamos reconciliados, que veía que tenemos algo contra Él, se levantó y salió a nuestro encuentro, aunque sólo Él tenía la razón de su parte. Nos salió al encuentro hasta la Cruz, para reconciliarnos. Esto es la gratuidad: la disponibilidad para dar el primer paso. Salir en primer lugar al encuentro del otro, ofrecerle la reconciliación, asumir el sufrimiento que implica la renuncia a tener razón. No ceder en la voluntad de reconciliación: de esto Dios nos dio el ejemplo, y esta es la manera de llegar a ser como Él, una actitud que necesitamos continuamente en el mundo. Hoy tenemos que aprender nuevamente la capacidad de reconocer la culpa, tenemos que sacudirnos de encima la ilusión de ser inocentes. Debemos aprender la capacidad de hacer penitencia, de dejarnos transformar; de salir al encuentro del otro y de hacernos dar por Dios el valor y la fuerza para una renovación así. En nuestro mundo de hoy, debemos redescubrir el sacramento de la penitencia y de la reconciliación. El hecho de que éste haya desaparecido en gran medida de los hábitos existenciales de los cristianos es un síntoma de una pérdida de la verdad sobre nosotros mismos y sobre Dios, una pérdida que pone en peligro a nuestra humanidad y disminuye nuestra capacidad para la paz. San Buenaventura opinaba que el sacramento de la penitencia era un sacramento de la humanidad como tal, un sacramento que Dios había instituido, en su esencia, ya inmediatamente después del pecado original con la penitencia impuesta a Adán, a pesar de que sólo pudo obtener su forma completa en Cristo, que es personalmente la fuerza reconciliadora de Dios y que tomó sobre sí nuestra penitencia. De hecho, la unidad de la culpa, la penitencia y el perdón es una de las condiciones fundamentales de la verdadera humanidad, condiciones que en el sacramento alcanzan su forma completa, pero que, en sus raíces, forman parte de las personas humanas como tal. El Sínodo de los Obispos para África, por lo tanto, ha incluido adecuadamente en sus reflexiones rituales de reconciliación de la tradición africana como lugares de aprendizaje y preparación para la gran reconciliación que Dios nos da en el sacramento de la penitencia. Esta reconciliación, sin embargo, requiere el amplio "atrio" del reconocimiento de la culpa y de la humildad de la penitencia. La reconciliación es un concepto pre-político y una realidad pre-política, y precisamente por esto es de suma importancia para la tarea de la misma política. Si no se crea en los corazones la fuerza de la reconciliación, falta al compromiso político para la paz su presupuesto interior. En el Sínodo los Pastores de la Iglesia han estado trabajando por esa purificación del hombre interior, que constituye la condición preliminar esencial para la construcción de la justicia y la paz. Sin embargo, esta purificación y maduración interior hacia una verdadera humanidad no pueden existir sin Dios.

Reconciliación; con esta palabra-clave me viene a la mente el segundo gran viaje del año que concluye: la peregrinación a Jordania y a Tierra Santa. En este sentido, quisiera dar las gracias ante todo al rey de Jordania por la gran hospitalidad con la que me acogió y acompañó durante todo el desarrollo de mi peregrinación. Mi gratitud se dirige también a la manera ejemplar con la que él se compromete a favor de la convivencia pacífica entre cristianos y musulmanes, a favor del respeto de la religión del otro y a favor de la colaboración en la común responsabilidad ante Dios. Doy también gracias de corazón al gobierno de Israel por todo lo que ha hecho para que la visita pudiera desarrollarse de manera pacífica y segura. Me siento particularmente agradecido por la posibilidad que se me concedió de celebrar dos grandes liturgias públicas, en Jerusalén y en Nazaret, en las que los cristianos pudieron presentarse públicamente como comunidad de fe en Tierra Santa. Por último, mi acción de gracias se dirige a la Autoridad Palestina, que también me acogió con gran cordialidad e hizo posible una celebración litúrgica pública en Belén, y me permitió conocer los sufrimientos y esperanzas de su territorio. Todo lo que se puede ver en esos países clama reconciliación, justicia, paz. La visita a Yad Vashem supuso un encuentro sobrecogedor con la crueldad de la culpa humana, con el odio de una ideología ciega que, sin justificación alguna, entregó a millones de personas humanas a la muerte y que, de este modo, en último término, quiso expulsar del mundo incluso a Dios, el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, y el Dios de Jesucristo. De este modo es en primer lugar un monumento conmemorativo contra el odio, un llamamiento apremiante a la purificación y al perdón, al amor. Precisamente este monumento a la culpa humana hizo aún más importante la visita a los lugares de la memoria de la fe y permitió percibir su inalterada actualidad. En Jordania vimos el punto más bajo de la tierra, en el río Jordán. Cómo no sentirse interpelados por la Carta a los Efesios, según la cual, Cristo "descendió a las regiones inferiores de la tierra" (Efesios 4, 9). En Cristo, Dios descendió hasta la última profundidad del ser humano, hasta la noche del odio y de la ceguera, hasta la oscuridad de la lejanía del hombre de Dios para encender allí la luz de su amor. Él está presente incluso en la noche más profunda: incluso en el abismo "allí te encuentro", dice el Salmo 139 [138], 8. Esta frase se ha hecho realidad en el descenso de Jesús. De este modo, el encuentro con los lugares de la salvación en la iglesia de la anunciación, en Nazaret, en la gruta de la Natividad en Belén, en el lugar de la crucifixión en el Calvario, ante el sepulcro vacío, testimonio de la resurrección, ha sido como tocar la historia de Dios con nosotros. La fe no es un mito. Es historia real, cuyas huellas podemos tocar con la mano. Este realismo de la fe nos ayuda particularmente en las vicisitudes del presente. Dios se ha manifestado verdaderamente. En Jesucristo se ha hecho verdaderamente carne. Como Resucitado, sigue siendo verdadero Hombre, abre continuamente nuestra humanidad a Dios y siempre es el garante de que Dios es un Dios cercano. Sí, Dios vive y está en relación con nosotros. A pesar de toda su grandeza es el Dios cercano, el Dios-con-nosotros, que nos dice continuamente: ¡Dejaos reconciliar conmigo y entre vosotros! Siempre pone en nuestra vida personal y comunitaria la tarea de la reconciliación.

Por último, quisiera dirigir unas palabras de gratitud y de alegría por mi viaje a la República Checa. Antes de ese viaje siempre me advirtieron de que es un país con una mayoría de agnósticos y ateos, en el que los cristianos ya sólo constituyen una minoría. Por eso fue particularmente alegre la sorpresa al constatar que por doquier me rodeaba una gran cordialidad y amistad; que se celebraban grandes liturgias en una atmósfera gozosa de fe; que en el ámbito de las universidades y de la cultura mi palabra encontraba una viva atención; que las autoridades del Estado me han dispensado gran cortesía y han hecho todo lo posible para contribuir al éxito de la visita. Siento la tentación de decir algo sobre la belleza del país y sobre los magníficos testimonios de la cultura cristiana, que hacen que esa belleza sea perfecta. Pero considero importante sobre todo el hecho de que nosotros, los creyentes, también debemos llevar en nuestro corazón a las personas que se consideran agnósticas o ateas. Cuando hablamos de una nueva evangelización, quizá estas personas se asustan. No quieren verse convertidas en objeto de misión, ni renunciar a su libertad de pensamiento y de voluntad. Pero la cuestión sobre Dios sigue interpelándoles, aunque no puedan creer en el carácter concreto de su atención por nosotros. En París hablé de la búsqueda de Dios como motivo fundamental del que nació el monaquismo occidental y, con él, la cultura occidental. Como primer paso de la evangelización, tenemos que tratar de mantener viva esta búsqueda; tenemos que preocuparnos de que el hombre no arrincone la cuestión de Dios, cuestión esencial de su existencia. Tenemos que preocuparnos de que acepte la cuestión y la nostalgia que en ella se esconde. Me vienen a la mente las palabras que Jesús cita del profeta Isaías, es decir, que el templo debería ser una casa de oración por todos los pueblos (Cf. Isaías 56, 7; Marcos 11, 17). Él pensaba en el llamado patio de los gentiles, que liberó de negocios externos para que se diera el espacio libre para los gentiles que allí querían rezar al único Dios, aunque no pudieran participar en el misterio, a cuyo servicio estaba reservado el interior del templo. Espacio de oración para todos los pueblos, expresión con la que se pensaba en personas que conocen a Dios, por así decir, sólo de lejos; que no se contentan con sus dioses, ritos, mitos; que buscan al Puro y al Grande, aunque Dios siga siendo para ellos el "Dios desconocido" (Cf. Hechos 17, 23). Debían poder rezar al Dios desconocido y de este modo estar en relación con el Dios verdadero, aunque fuera en medio de oscuridades de diferentes tipos. Pienso que la Iglesia debería abrir también hoy una especie de "patio de los gentiles", donde los hombres puedan de algún modo engancharse con Dios, sin conocerle y antes de que hayan encontrado el acceso a su misterio, a cuyo servicio se encuentra la vida interior de la Iglesia. Al diálogo con las religiones hay que añadir hoy sobre todo el diálogo con aquellos para quienes la religión es algo extraño, para quienes Dios es desconocido y que, sin embargo, no querrían quedarse simplemente sin Dios, sino acercarse a él al menos como Desconocido.

Al final, dirijo una vez más una palabra sobre el Año Sacerdotal. Como sacerdotes estamos a disposición de todos: de aquellos que conocen a Dios de cerca y de aquellos para los que es el Desconocido. Todos nosotros tenemos que conocerle siempre de nuevo y tenemos que buscarle continuamente para convertirnos en auténticos amigos de Dios. ¿Cómo podríamos llegar a conocer a Dios si no fuera a través de hombres que son amigos de Dios? El núcleo más profundo de nuestro ministerio sacerdotal consiste en ser amigos de Cristo (Cf. Juan 15, 15), amigos de Dios por cuya mediación otras personas puedan encontrar la cercanía con Dios. De este modo, junto con mi profunda acción de gracias por todo la ayuda que me habéis ofrecido durante todo el año, os presento mi augurio para la Navidad: que seamos cada vez más amigos de Cristo y, por tanto, amigos de Dios y que, de este modo, podamos ser sal de la tierra y luz del mundo. ¡Santa Navidad y feliz Año Nuevo!

Benedicto XVI
Sala Clementina, lunes 21 de diciembre 2009

[Traducción del original italiano por Inma Álvarez y Jesús Colina

domingo, 20 de diciembre de 2009

Oración para la cuarta semana de Adviento


Cuarta semana de Adviento

José y María, padres de Jesús: la casa en Nazareth ha quedado sola, allí están los muebles y preparativos para el nacimiento del Mesías. Caminar hasta Belén trayendo todo era imposible. En tu pueblo, familiares, amigos y conocidos no tienen lugar para el nacimiento de tu Hijo. Pero Dios solo los necesita a ustedes y ya tiene su vida, su inteligencia y todo su amor.

Ahora aprendo de ustedes que para venir Jesús lo que necesita lo tengo yo, y soy solo yo. Quiero estar dispuesto a darme como ustedes y decir: ¡Ven, Señor!

Jesús, José y María, yo os ofrezco por posada el corazón y el alma mía.

domingo, 13 de diciembre de 2009

Oración para la tercera semana de Adviento


Tercera semana de Adviento

José y María, padres de Jesús, han escuchado la inesperada orden del César para acudir al censo precisamente al pueblo de origen de cada jefe de familia.

José, tus planes para esperar a Jesús van a cambiar porque debes obedecer a quien tiene la autoridad de Dios en la tierra. María, irás con José porque es tu esposo y no lo puedes abandonar, Dios te lo ha entregado para toda la vida. Que aprenda de ustedes a aceptar los caminos de Dios y no imponer mi criterio o interés, así permitiré a Jesús venir a mi vida, casa y familia como Él lo desea. ¡Ven, Señor. Jesús!

José y María, yo os ofrezco por posada el corazón y el alma mía.

domingo, 6 de diciembre de 2009

Oración para la segunda semana de Adviento

Segunda semana de Adviento

José y María, padres de Jesús, unidos ya en su casa, juntos trabajaron para preparar la llegada de Jesús.

Quiero aprender, de ti, María el esmero para disponer la ropa necesaria y todo lo que ocuparía el cuidado de tu Hijo. De ti José, quiero aprender el esfuerzo y la entrega para conseguir lo que querías ofrecer al Niño que el Padre te entregó como hijo.

Que las responsabilidades terrenas no impidan prepararme a la venida del Mesías. ¡Ven, Señor!

Jesús, José y María yo os ofrezco por posada el corazón y el alma mía.

miércoles, 2 de diciembre de 2009

Reflexionando con el modelo de Familia de Jesús, María y José

Un minuto de reflexión...
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Que en cada familia seamos uno...

Ante todo nosotros, los esposos, que seamos uno.

No dos que traten, cada uno por su lado, de imponer sus puntos de vista, sus gustos, su autoridad...

No dos, que siempre anden buscando la forma de lastimarse, de humillar al otro, de echarse en cara sus defectos...

No dos, preocupados cada uno de sí mismo y de sus comodidades...

No dos, que echen al otro la culpa de todo y sean incapaces de decirse “lo siento”, “perdóname”...

Sino uno, en el que cada cónyuge sea la mitad de la vida del otro, la mitad de sus alegrías, la mitad de sus tristezas...

Que seamos uno, ante todo nosotros los esposos, para que también sea una nuestra familia...

A imagen de aquella Sagrada Familia a la que celebramos este último domingo del año.

Reflexión tomada de:

Contraportada del Misal Mensual de Letra Grande de Buena Prensa. Año 6, n. 68.

Imagen tomada de (detalle):



martes, 1 de diciembre de 2009

Calendario Josefino en el Propagador de la Devoción a San José de diciembre de 2009


Calendario Josefino 2010

Te presento la portada del Calendario Josefino 2010. En este número de El Propagador de la Devoción al Señor San José de diciembre esta publicación josefina nos ofrece un calendario no sólamente civil sino litúrgico en el que se pueden consultar, cada día, los textos bíblicos para la liturgia de la Eucaristía.

En este Calendario Josefino se nos ofrecen imágenes de San José, la Sagrada Familia y del Fundador de la Familia Josefina: el Padre José María Vilaseca (1831-1910) quien celebra el próximo 3 de abril de 2010 el Centenario de su Pascua a la presencia del Padre.

Portada tomada de:

El Propagador de la devoción al señor San José, año CXXXVIII, n. 10, Noviembre/Diciembre, 2009.

Letanías a San José

San José

Como tú (Canto a San José)

Himno a San José (Popular en Chile)

Fan de San José

San José abriga a la Virgen María, en su vestimenta

Meditación Papa Francisco sobre la Sagrada Familia 28dic2014

Maestro de fe (Canto a San José)

Atento a Dios (Versión CD)

Magníficat de San José

¡Abbá José!

¡Tú eres un nuevo José!

)

Hijo de Dios, hijo de José

Video: invitación fiesta de San José en San Esteban

Himno a San José

Súplica a San José, custodio y padre

Canto de ofertorio misa de San José: Pan y Vino

Canto a San José: 'Tu justicia

21feb2014 Modelo de amor al Señor (Canto a San José)

Entrevista con uno de los grandes especialistas del Centro Josefino Español

Homilía de apertura del XI Simposio Internacional sobre San José

Entrevista de Radio Vaticano con ocasión del XI Simposio Internacional sobre San José

Palabras de Bienvenida del Obispo de Ciudad Guzmán

Primer día del Simposio Internacional sobre San José

Video: Protector de la vida (Canto a San José)

San José en el escudo del Papa Francisco

Canto: El silencio de San José

Fiesta de San José en el Cuzco 2012

Video: Fiesta de San José 2012 en la Parroquia de San Esteban

¡Grande eres, José!

Video: Vamos a Jugar señor San José (Canto)

Video: Plegaria, canto a San José

Video: Canto a San José del Ministerio de Música Cristo Rey

Video: José de María inseparable

En casa de José de Nazaret

Casita de Nazaret (Canto a la Sagrada Familia)

Recordando a un gran apostol de San José. 100 años de su pascua al Padre

Jóvenes de San José

¿Qué decir? (Canto a San José)

Un fragmento de la obra "Canción de José"

San José una fuente de inspiración la vocación a la paternidad

La fuente número 100 del Vaticano, dedicada a San José

Joven Nazareno (Canto a San José)

San José (Canto a San José)

Video: Villancico de José

Video: San José, una historia de amor (Canto a San José)

Video: Tu mirada (Canto a San José)

En el Jubileo de los 100 años de un gran apóstol de San José, II Parte

En el Jubileo de 100 años de la partida de un apóstol de San José

Imágenes X Simposio Internacional sobre San José 2009

San José en el Simposio Internacional de Kevelaer 2005

San José en la pintura de Ricardo González Copado

San José en 'El pulso de la fe'

Conversación con San José / Rozmowa ze Świętym Józefem

Audio: La virtud de San José

Video: 18 de marzo de 2009 Meditación Josefina en el rezo de Vísperas de Benedicto XVI

Video: 19 de marzo de 2009 Palabra de vida dedicada a San José por el P. Jesús Higueras

Video: 19 de marzo de 2009 La actualidad de San José. Por José Luis Navas

Canto: 'Carpintero'. Un canto del cantautor católico Felipe Gómez

Benedicto XVI, Misa del 19 de marzo de 2009. Viaje Camerún-Angola.

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